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Amor y vergüenza ajena




Sufro de vergüenza ajena severa. Existen miles de situaciones que, cuando las observo a través de otra persona, me provocan pudor, incomodidad y hasta rechazo. Durante mucho tiempo, ese miedo al ridículo me ha protegido evitándome pasar por momentos en los que sentirme vulnerable, como cantar en un karaoke, bailar tiktoks o protagonizar una boda. Sin embargo, no he encontrado nada más bochornoso que enamorarme. Ese sentimiento, me lleva a un estado de absoluta vergüenza en el que me veo haciendo todo lo que siempre he odiado. Resulta que empezar con alguien es como estar en un campo de batalla donde la primera víctima es tu personalidad.


Toda mi vida me he burlado de las demostraciones de amor en público, me parecen empalagosas e innecesarias. Cuando veo a parejas besándose o de la mano en la calle pienso, "poto", pero la gente soltera a veces tenemos que decirnos que no queremos nada de eso para que la falta de afecto físico no resulte tan deprimente. Suena horrible, pero es así.


El enamoramiento produce el mismo efecto que un lápiz en el cerebro, nos vuelve estúpidos, pero también nos hace sentir vivos. La vida es complicada y el día a día nos llena de preocupaciones, así que no hay nada de malo en dejarse llevar para encontrar consuelo en un sentimiento que nos vuelve un poco tontos. La oxitocina hace el resto, debilita nuestras defensas y nos permite rendirnos. Porque, en el fondo, todos tenemos un profundo pozo de estupidez dentro. Ahora bien no esperéis encontrarme en un karaoke. Eso sí me parece asqueroso.


Escuchando: Smalltown Boy - Lupa J



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