
A veces, me gustaría poder quejarme libremente sin hacer de ello una competición.
“Estoy cansada”. Y eso que no tienes hijos. “Qué mal he dormido”. Y eso que no tienes hijos. “Me pica el pie”. Y eso que no tienes hijos. Todo es menos doloroso, menos agotador y menos importante porque no tienes hijos. Pero, ¡sorpresa! La gente sin hijos también nos cansamos. Sí, ya sé que ser madre es agotador, pero también lo es existir, salir adelante, cuidar de otras personas, acordarse de descongelar la cena y tomar decisiones vitales con el cerebro de una dama victoriana que solo quiere una siesta. Madres, padres, yo aprendo mucho de vosotros, pero quizá haya cosas que también puedo enseñaros yo. Eso sí, siempre que no esté demasiado cansada.
Eres una crack que te cagas